A lo largo de los años, he ido alternando períodos como traductora independiente y como jefa de proyectos de traducción en plantilla. Esto no es algo que tuviera planificado de antemano. Más bien fue surgiendo de forma completamente espontánea.
Ahora, cuando echo la vista atrás, me parece hasta natural que fuera así. Te cuento por qué:
Desde el principio, le he encontrado muchísimas ventajas a las dos opciones:
De los traductores independientes me gusta:
– la flexibilidad de horarios,
– la libertad para elegir con quiénes trabajas,
– la estrategia y búsqueda de clientes (sí, me encanta el marketing),
– la aventura que supone que nada esté asegurado a fin de mes,
– la oportunidad de cobrar mucho más que en plantilla,
– el ahorro de tiempo que supondría desplazarme para ir a la oficina si trabajas desde casa.
De los traductores o jefes de proyecto en plantilla me gusta:
– el buen punto de partida para empezar en el sector,
– trabajar en persona con otros profesionales,
– poder plantear dudas a compañeros con más experiencia,
– el acceso a numerosos recursos, glosarios, herramientas de traducción asistida,
– la evaluación continua de tu trabajo en forma de feedback,
– el funcionamiento de la norma de calidad ISO y de los procedimientos de control de calidad,
– el apoyo directo en la resolución de cuestiones informáticas,
– la remuneración de períodos de vacaciones o bajas por enfermedad.
Veamos estos puntos en más detalle. Como traductor independiente eres tu propio jefe, pero al mismo tiempo te enfrentas solo a los encargos de los clientes (con los quebraderos de cabeza que conllevan los problemas informáticos, la búsqueda de clientes, la fijación de precios, la negociación de condiciones, la creación de tu marca y de tu web…). Mientras que en plantilla tienes, por ejemplo, el respaldo de compañeros con más experiencia, recibes ayuda cuando surgen problemas informáticos, te despreocupas de las cuestiones de marketing y de las negociaciones comerciales, aunque no dispones de la flexibilidad de horarios o de elección de clientes.
En mi opinión, al igual que ocurre con las áreas de especialización, que a veces “te encuentran a ti”, también puede ocurrir que, en determinadas etapas de tu trayectoria, una u otra opción pueden presentarse como la mejor elección para ti. Es decir, no siempre se trabaja primero en plantilla, luego como autónomo para finalmente montar tu propia empresa. Vemos muchos casos, en los que se comienza directamente como autónomos, o incluso en otras ocasiones, el traductor monta directamente su propia empresa de traducción. No hay una fórmula secreta y hay multitud de opciones válidas.
En mi caso, empecé con algunos encargos de traducción esporádicos, luego trabajé como jefa de proyectos en una empresa de traducciones técnicas, hice prácticas de gestión empresarial en una agencia de traducción, posteriormente trabajé como traductora independiente a tiempo completo durante algo más de dos años, pasé dos años como secretaria de dirección en un despacho suizo, luego trabajé durante cuatro años como jefa de proyectos de traducción y ahora he vuelto a dedicarme como traductora y revisora independiente a tiempo completo (tres días al mes trabajo en la oficina de un cliente a jornada parcial).
Por tanto, también he trabajado desempeñando otros perfiles profesionales, siempre relacionados con los idiomas. La formación como traductora te abre un sinfín de puertas y oportunidades profesionales.
Ventajas del perfil de traductor con experiencia en gestión de proyectos:
Al haber trabajado como jefa de proyecto, he conocido en primera persona como es el día a día del trabajo en plantilla.
Me he encargado de tareas como las siguientes:
– elaboración de presupuestos,
– contacto desde la empresa con los clientes, y con los equipos internos y externos,
– planificación de las fases de los proyectos,
– elección de los equipos más adecuados para el proyecto en cuestión,
– actualización de memorias y glosarios,
– gestión de consultas lingüísticas,
– seguimiento de proyectos,
– revisiones y evaluación de calidad de los traductores,
– gestión en infinidad de plataformas de gestión de proyectos de traducción distintas,
– formación a equipos,
– seguimiento de proyectos anteriores,
– sistematización de procesos,
– negociación de plazos, tarifas, instrucciones, uso de herramientas, licencias,
– reunión clientes, equipos externos y compañeros de otras oficinas por conferencia,
– cursos de formación en línea y un largo etcétera.
Qué ventajas ofrece un traductor independiente con este perfil tan concreto a los jefes de proyecto de agencias de traducción:
– Empatía y proactividad. El haber estado en el otro lado, me ayuda a comprender lo que necesita y a veces cómo se siente el jefe de proyecto con el que estoy trabajando. Cuando has pasado por situaciones similares, es más fácil comprender y empatizar con jefes de proyectos que si nunca has estado en su lugar.
– Más eficiencia en la entrega de los proyectos. Con esto me refiero a controlar que se entregan los archivos y en los formatos que nos han pedido. Al comprender cómo funciona una agencia de traducción y cómo son los procesos internos que hay detrás, adquieres más conciencia y compruebas minuciosamente que el número, formato y tipo de archivos que envías está conforme a las instrucciones.
– Más compromiso con la calidad. Lo mismo ocurre con la calidad. Cuando conoces al dedillo qué es una norma de calidad y para qué sirve, cuestiones que de partida podrían parecerte irrelevantes se llenan de sentido.
– Riguroso respeto por los plazos. Cuando has trabajado con la presión de unos plazos tan ajustados, en proyectos con equipos de varios idiomas distintos…, comprendes la importancia de ser muy riguroso con los plazos. Una entrega fuera de plazo puede suponer un auténtico rompecabezas para toda la cadena de trabajo que va detrás e incluso puede repercutir en que una de las personas involucradas no pueda hacer bien su trabajo o directamente no se pueda encargar porque ya no se encuentre disponible.
– Saber decir no a proyectos que no controlas. Puede que lo digamos hasta la saciedad, pero es que es muy importante. Ni todos tenemos que controlar de todo ni es lo deseable. Es preferible especializarse en lo que se te da bien, controlas y haces rápido. Meterse en proyectos farragosos en los que no eres competente te perjudica antes que nadie a ti.
– Rapidez en las respuestas. Muy relacionado con los plazos de entrega. Un jefe de proyectos agradece muchísimo saber si puede contar contigo o no para un proyecto concreto. Por lo general, no puede estar esperando horas a que le comuniques tu disponibilidad. También se espera que, si tiene una consulta sobre tu entrega, que no te desentiendas y estés disponible para ayudarle.
– Mejor comunicación de dudas y consultas. Contar con la experiencia en gestión de proyectos te hace estar más preparado y como veíamos en el primer punto a ser más proactivo. Así cuando encuentras algo que no te encaja como errores en el original, referencias que no se corresponden con el proyecto o falsos sentidos en una traducción previa, se lo comunicas al jefe de proyectos. Te anticipas y propones soluciones y todo esto redunda en que trabajes mejor en equipo y a que sea un placer trabajar con un profesional como tú.
¿Y tú? ¿Qué ventajas observas en traductores que han sido antes jefes de proyectos? ¿Qué tienen que cuando trabajas con ellos te alegran el día?