Feliz viernes, compi:
Espero que te encuentres muy bien.
Cuando el plan te abrume, respira. Si solo con mirar todas las tareas por hacer te agobias (sea un plan ambicioso, un proyecto mastodóntico o demasiados frentes abiertos) recuerda: párate y respira.
A continuación, sigue esta premisa «Divide y vencerás». Seguro que esa hazaña que quieres emprender puede distribuirse en tareas más pequeñas que puedes ir haciendo poco a poco. ¿O no?
Hoy te propongo un ejercicio que puedes hacer desde tu escritorio o una mesa que tengas cerca. Toma papel y boli. ¿Estás?
Vale, pues ahora fíjate en esta imagen.
Pongamos que tiene un desafío por delante, que se te está atragantando y te gustaría resolver.
Imagina que algo te frena a la hora de exponerte. No consigues definir que te hace diferente. Por tanto, no logras comunicar y mostrar al mundo cuál es tu valor diferencial.
De acuerdo. A continuación, respira y reflexiona. Si quisieras trazar una serie de acciones meditadas para lograrlo. Es decir, definir una estrategia de diferenciación. ¿Por dónde empezarías?
Un buen punto de partida es anotar cuál es exactamente el reto con el que te encuentras. Esto te permitirá plasmar por escrito qué es lo que se te atasca y qué sientes cuando esto ocurre.
Puede ser algo así como no sé por dónde empezar (bueno, ya estás comenzando, ten paciencia contigo). O me da miedo exponerme (vale, entonces sopesa si realmente te aportará más beneficios dar ese paso adelante y ponte fácil comenzar en pequeñito o pedir ayuda a profesionales que te pueden dar pautas para mejorar).
Tal vez sea no consigo atraer a personas que vean lo que publico. O el desafío que tienes delante es que captas la atención de un público que no es al que quieres dirigirte.
¿Alguna duda hasta aquí? Si te aparecen varios retos, quédate con el principal que sientas que te frena en estos momentos.
Cuando lo tengas, piensa qué has hecho hasta ahora para lograr eso que te has propuesto y escribe qué te ha funcionado mejor y qué no tanto. Esto te servirá para buscar alternativas y aprovechar los aprendizajes que hayas adquirido.
Si es la primera vez que te enfrentas a ese desafío, prueba a buscar alguna situación similar en la que hayas estado y anota lo que pasó. Con este giro, rescatarás escenarios en tu memoria en los que descubrirás recursos ocultos que no recordabas que tenías.
Vale, vuelve a hacer unas cuantas respiraciones cuando termines, lee todo lo que has escrito y busca dentro de ti, qué pequeño paso podrías dar en los próximos tres días para ponerte en acción. E ir a por lo que quieres. ¿Lo tienes?
¡Genial! Ahora comprométete a hacerlo y apúntalo en tu agenda o en tu calendario porque lo que no se programa, no existe. Y a por ello.
Con estas pequeñas acciones siempre obtienes algo: resultados o aprendizajes, compi. Y ambos son valiosos.
Cuéntame si has aprendido algo en el proceso. ¿Hay algo que te haya sorprendido? Me encantará leerte en los comentarios. ¡Gracias por leerme!